El Olvidado es un café que recientemente apareció en una pequeña calle de Coyoacán. Como otros, es un lugar atractivo, con energía joven, y cosas deliciosas para comer. Pero lo que pocos tienen es una increíble historia como la que hay aquí, y la mayoría de los que pasen por un latte o un scone probablemente jamás la conocerán. Así que mejor se las cuento así:
Era una caja llena de libros, parte de una herencia que los tres hermanos Luisa, Christopher, y Anthony recibieron cuando falleció uno de sus tíos. Pasaría algo de tiempo antes de que los chicos descubrieran el verdadero tesoro que contenía esta caja: un cuaderno olvidado.
En las páginas de “El Olvidado” se encontraba una historia muy personal. Con hermosa caligrafía de mano y tintero, las palabras venían de un tiempo y lugar muy lejanos: los 1850s, en Inglaterra. Pero estas líneas, más que relatos, eran recetas. La autora era la tatarabuela de los muchachos, quien vivía en Moreton-in-Marsh, un pueblo a unos 150 kms de Londres.
“Venimos de un largo linaje de panaderos,” me platica Anthony. Ellos conocían algunas de las historias de familia y otras las fueron descubriendo en el recetario. “Por varias generaciones tuvieron una panadería. Sabemos, por ejemplo, que cuando llegó la segunda guerra mundial, nuestros familiares se inscribieron al ejército, pero no para pelear. Se unieron para ayudar haciendo pan para los soldados.”
Al descubrir este cuaderno, a los muchachos se les prendió el foco que detonó la inspiración para concebir este lugar. Unieron sus talentos para diseñar y administrar, y poco a poco se creó “El Olvidado”.
“Algunas recetas nos costó mucho trabajo adaptar a la actualidad,” comenta Anthony. “En ese entonces, se escribían las recetas no con el peso o volumen de los ingredientes, sino por el precio. ¿Cómo traduces “un céntimo de harina” a gramos?”. A pesar del estilo contemporáneo del lugar, hay muchos detalles llenos de ese encanto inglés que nos transportan al pasado. Desde los mandiles eduardianos diseñados por Luisa, la torre de pastelillos para servicio de té, y los estupendos scones con la tradicional clotted cream, en El Olvidado se siente alma.
No toda la comida proviene del recetario. Gran parte de lo que ofrecen es más contemporáneo e internacional. Ensaladillas típicas de una delicatessen, y sandwiches, como de roast beef, y mi favorito de pollo al curry. El brunch (otro invento inglés del siglo XIX) es perfecto momento para disfrutar aquí. Huevos, cereales, y el tradicional “proper English breakfast” (con huevos, salchichas, tocino, y frijoles dulzones) están entre los favoritos matutinos.
¿Qué pensaría la tatarabuela del pan rústico y postres que hay aquí? Creo que estaría orgullosa. El día que visitamos, encontramos panqués, pasteles de chocolate y de zanahoria, más las barras de limón amarillo. Pero el postre más llamativo de la vitrina es el “trifle”. Por si no conoces esta delicia inglesa, es un bocado muy antiguo que se creó para sacar mayor provecho a todos los pedacitos sobrantes de pastel y fruta. En un molde de cristal, se alternan capas de algún panqué o bizcocho, crema inglesa, y fruta. En El Olvidado sirven una versión antigua que además lleva una enorme capa de gelatina y crema batida encima. Me tomó por sorpresa al principio, pero todos en la mesa acordamos que funciona, y muy bien.
De esta visita me llevo un muy grato sabor en boca. Sé que cuando busque un lugar para pasar una tarde en Coyoacán, pensaré en este café. Y tendré presente el pasado tan lejano que acompaña estos scones. La tatarabuela ya no está aquí, pero su historia se cuenta una y otra vez cada vez que sus scones salen del horno.
El OlvidadoPresidente Carranza 267
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LO FUERTE: Panes y postres. |
LO DÉBIL: Los huevos benedictinos. |
CUANDO REGRESARÍA: Dos veces por semana.
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